#AIGCc | #Columna #Fraseario | 2 de octubre: la memoria contra el olvido... Han pasado 54 años desde que, como resultado del régimen represivo y autoritario de Gustavo Díaz Ordaz, cientos de civiles fueron masacrados en Tlatelolco.
Aquella masacre, ahora conocida como la “matanza de Tlatelolco”, esa que nunca debió haber ocurrido, es un hecho que por más que muchos quieran desapareciera de la historia, es y será -por obvias razones- un suceso que debe ser recordado por siempre y no olvidado jamás porque, por más “molesto” -para algunos-, doloroso, vergonzoso e inaceptable que sea -para muchísimos otros-, es un acontecimiento que demanda mantenerlo vivo como parte imprescindible de la memoria del país y, por supuesto, del pueblo mexicano.
Y es que considerando que, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se entiende por “memoria” a las formas en que las personas y los pueblos construyen sentido y relacionan el pasado con el presente en el acto de recordar respecto de graves violaciones a los derechos humanos y/o de las acciones de las víctimas y sociedad civil en la defensa y promoción de los derechos humanos y valores democráticos en tales contextos, resulta obligatorio mantener o recuperar esa memoria, y además transmitirla a las nuevas generaciones para que, casos como el de Tlatelolco, no se vuelvan a repetir.
Entonces, como ya se dijo hace un par de años en este mismo espacio de análisis y reflexión, no hace falta haber nacido antes del año 1968 o haber estado en el lugar de los sangrientos hechos para no olvidar y seguir luchando contra trágicos acontecimientos como el de aquel fatídico 2 de octubre. Menos, considerando que, en total acuerdo con Milan Kundera, la lucha del ser humano contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.
No olvidar se trata pues de una lucha permanente no solo para mantener la memoria, sino para transmitirla de generación en generación como una acción indispensable para rescatar y/o mantener la memoria histórica necesaria para crear una memoria colectiva capaz de cuestionar el pasado y, así, construir un mejor futuro.
En ese sentido es que resulta imprescindible seguir cuestionando y, con ello, no olvidar lo acontecido en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. De ahí que, al igual que Chaim Herzog, yo no traiga conmigo el perdón, ni el olvido. Los únicos que pueden perdonar están muertos, y por eso los vivos no tienen derecho a olvidar.
El asunto es que, ahora más que nunca, dado el regreso del régimen centralista, represivo, autoritario y militarista, no olvidar el 2 de octubre del 68 es una obligación, una obligatoria lucha de la memoria contra el olvido (Los enemigos del pueblo están contando con el olvido de las masas, pero eso lo combatimos con el siguiente recurso: ¡Averigüen todo y no se olviden de nada!, diría Karl Liebknecht).
A modo de resumen, en esta ocasión finalizo citando lo dicho alguna vez por el escritor portugués, ganador del Premio Nobel de Literatura, José Saramago: Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia. Por Aída María Holguín Baeza by #AgenciaInformtivaGraphosCcTlx
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