Ante la pandemia, una cura de realidad | El lunes pasado, el papa Francisco advirtió que, ante la continuidad de la pandemia, lo que se necesita es una cura de realidad.
Fue a través del tradicional discurso de año nuevo, emitido durante la audiencia a los miembros al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, que el pontífice resaltó que, dada la “suerte de ‘cura de realidad’” que ha impuesto la pandemia de COVID-19, lo procedente es afrontar el problema de forma racional y responsable.
Entonces, en ese contexto, lo que procede es reconocer y aceptar que la lucha contra la pandemia requiere un mayor esfuerzo por parte de todos; es decir, un múltiple compromiso a nivel personal, político y de la comunidad internacional en su conjunto. Compromiso que, por obvias razones, no consiste únicamente en que los Gobiernos y los Estados continúen los esfuerzos para inmunizar a la población lo más que se pueda, sino también en que los individuos y las comunidades asumamos el compromiso social correspondiente.
Concreta y específicamente, el exhorto del papa Francisco es a reconocer y aceptar que la solución más razonable para prevenir, controlar y contrarrestar el riesgo de contagio y el impacto de la propagación de la COVID-19 es, sin duda alguna, el uso de los tratamientos médicos desarrollados para tal fin, y particularmente el de las vacunas porque “se ha podido constatar en los lugares donde se ha llevado adelante una campaña de vacunación eficaz ha disminuido el riesgo de un avance grave de la enfermedad”.
Con esa aseveración -probada y demostrada- es que el pontífice insiste en que la cura de realidad impuesta por la pandemia parte de la premisa de que todos tenemos la responsabilidad de cuidar nuestra salud y la de los demás, por ende la vacunación es una obligación moral. Obligación que, lamentablemente -dice-, por los fuertes contrastes ideológicos que cercenan los vínculos que la razón humana tiene con la realidad objetiva de las cosas, muchos están incumpliendo.
De ahí el exhorto del papa Francisco a luchar contra la pandemia de forma unida, conjunta y solidaria, siendo partícipes de la cura de realidad en el entendido de que, si bien las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, indiscutiblemente representan (junto con los tratamientos que se están desarrollando) la solución más razonable para detener la propagación de la enfermedad y disminuir el riesgo de gravedad y mortalidad.
A modo de complemento, en esta ocasión finalizo parafraseando lo dicho alguna vez por el médico, escritor y político estadounidense, Ben Carson: Aunque creamos firmemente en los derechos individuales, es necesario reconocer que la salud y la seguridad pública son extremadamente importantes en nuestra sociedad. Ciertas enfermedades transmisibles han sido erradicadas en gran parte por las políticas de inmunización mediante la vacunación. No debemos permitir que regresen esas enfermedades renunciando a los programas de inmunización de seguridad por razones filosóficas, religiosas o de otro tipo cuando tenemos los medios para erradicarlas. Por Aída María Holguín Baeza by #AIGCc
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