Ciencia para la paz y el desarrollo | Hace 35 años, en el marco del Año Internacional de la Paz, se celebró por primera vez la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz.
Dos años después, reconociendo el valor de esa iniciativa no gubernamental, la Asamblea General de la ONU proclamó que todos los años, durante la semana del 11 de noviembre, se celebrara la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz, precedida por el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, que se celebra el 10 de noviembre.
Desde entonces, la ONU destacó- entre otras cosas- que la ciencia es un factor fundamental para conseguir la paz y el desarrollo. Es decir, que el papel de la ciencia es clave para la construcción de la paz y el progreso social y humano de las naciones, porque la ciencia es la herramienta que, además de ayudar al ser humano a comprender el mundo que le rodea, le permite aplicar esos conocimientos en su beneficio al encontrar soluciones a los nuevos desafíos económicos, sociales y medioambientales con los que construir un futuro sostenible.
De ahí que tanto la ONU como la UNESCO exhorten a sus Estados miembros, sus órganos y organizaciones, a las naciones y las distintas organizaciones, asociaciones y particulares pertinentes a promover el estudio y la difusión de información sobre los vínculos entre el progreso científico y tecnológico, el mantenimiento de la paz y la seguridad y el desarrollo sostenible.
Y es que como bien lo dijo Frances Arnold, la ciencia y la tecnología son la base de muchas de las soluciones a los problemas sociales. Más aún, porque como bien lo explicaba Neil deGrasse Tyson, los avances e innovaciones en ciencia son los motores de la economía del siglo XXI; entonces, si los gobernantes en verdad se preocupan por el desarrollo y bienestar de sus naciones, será mejor que reconsideren lo referente a la financiación de la ciencia y que el presupuesto federal lo refleje.
Por todo eso y muchas cosas más, es que resulta necesario reflexionar en torno a lo que en México ha estado sucediendo en el ámbito de la ciencia. Es decir, sobre la evidente animadversión que el presidente López Obrador y su régimen tiene hacia la ciencia y lo científico (la arrogancia y la ciencia son incompatibles, diría Douglas Preston); conducta que, sin duda alguna, está debilitando a la ciencia y a los investigadores científicos mexicanos.
El asunto es que, con o sin la venia o apoyo del presidente López Obrador, en México no faltarán los comunicadores, divulgadores y alfabetizadores científicos que seguirán contribuyendo en la construcción de la cultura científica necesaria para enfrentar los desafíos actuales y futuros.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el ingeniero y profesor estadounidense, Charles Vest: De cara al futuro, la importancia subyacente de la educación superior, de la ciencia, de la tecnología, de la investigación y la erudición para nuestra calidad de vida, para la fortaleza de nuestra economía, para nuestra seguridad en muchas dimensiones, seguirá siendo el mensaje más importante. por Aida María Holguín Baeza by #AgenciaInformativaGraphosCc
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