Elige lo que piensas y labra tu vida | Uno de los más grandes acontecimientos que puede tener una persona es poder ser consciente de sí misma. Poder observar lo que piensa, lo que dice y lo que hace, porque desde esa perspectiva tiene la enorme posibilidad de elegir cómo reaccionar ante los estímulos que le ofrece el día a día.
Despertar a la propia consciencia de nuestra existencia es un ejercicio constante y llegamos al punto de necesitarlo cuando nuestras decisiones nos hacen caminar de manera errática en nuestro camino, la inestabilidad es constante y cambiamos de decisión porque las emociones son nuestras guías.
Nuestra consciencia despierta nos hace recordar que nada de lo que vemos es la realidad, sino aquello a lo que le damos importancia, a lo que le damos poder para ser determinante en nuestra vida. Si vivimos reaccionando a cada estímulo que se nos presenta somos presa fácil de las emociones y corremos el riesgo de tomar decisiones equivocadas que nos hacen tomar rumbos dolorosos, pues hay aprendizajes que debemos tener para corregir nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con las personas que nos rodean, así como con las situaciones en las que participamos, ya sea que nosotros las hayamos creado o que estemos encarando efectos colaterales.
Despertar a la consciencia es una decisión que tomamos día a día y, como cualquier hábito, toma tiempo el permanecer presentes en el momento actual con todo lo que somos. Pero estar atentos a el generoso presente nos ayuda a reconocer que no todo lo que hemos considerado importante lo es y menos lo es aquello que consideramos urgente. Los verdaderos cambios son los que llevamos a cabo de forma intencional, con determinación y disciplina. Sin embargo, es importante saber observarnos sin juicio, porque al final de cuentas hemos vivido nuestra vida lo mejor que hemos podido, con los recursos que creímos que eran todo lo que teníamos. Mas cuando nos damos cuenta que somos mucho más de lo que suponemos, cuando dejamos de cifrarnos en las opiniones de terceros para generar nuestra propia opinión de nosotros, entonces descubrimos nuestro valor por el simple hecho de estar vivos y de lo conveniente que es aprender que no somos lo que aparentamos: si nos descubrimos y nos aceptamos proyectamos la honestidad de nuestra fortaleza y dejamos de buscar una aprobación externa, generamos empatía con los demás y entendemos que cada quien libra su propio proceso de crecimiento.
Vivir es un constante ejercicio de aprendizaje de uno mismo, de gratitud, de perdón, pero sobre todo de amor, porque somos milagros vivientes que estamos aprendiendo lo que somos, lo que no somos y lo que seremos, siempre en función de lo que decidimos. Y aceptar nuestras imperfecciones nos permite apreciarnos desde la serenidad.
Nuestros pensamientos determinan nuestras palabras y nuestras acciones. Por eso es necesario elegir lo que pensamos, decidir qué tipo de pensamientos nos sirven y cuáles discriminar. Son los prismas que nos ofrecen un panorama de lo que somos y de lo que vivimos. Tener la libertad de elegir desde dónde observaremos la vida, qué aceptaremos como nuestra verdad y ser congruentes con ello nos permite escribir bellas historias cotidianas que al final nos harán agradecer la aventura de vivir. por Selene Borges Hansen by #AgenciaInformativaGraphosCc
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