#AIGCc | #Columna#IdeariodePalabras | Si vamos a soñar, que sea en grande... ¿Alguna vez te has preguntado qué criterio deberías tomar en cuenta para elegir el tipo de gobierno para tu país, para tu estado y tu ciudad? Durante las campañas políticas recibimos una cantidad casi obscena de mensajes propagandísticos sobre las fortalezas de los partidos, sobre los candidatos y sus proyectos de gobierno. Escuchamos muchas promesas que, si pecáramos de ingenuos, dibujaríamos en nuestra mente una realidad mejor, donde habría abundancia para todos y el campo reverdecería con tantas buenas intenciones. Pero la realidad es que los grandes problemas van a persistir, llegue quien llegue a ocupar la silla del poder, porque el problema radica en un sistema que reproducimos, replicamos y defendemos, para el que solo somos algo cuando hay que llenar urnas.
¿Cuántos amigos y relaciones hemos perdido o, al menos, distanciado a causa de defender colores, siglas y promesas de campaña? Nos ofendemos al escuchar que alguien critica al candidato que nos enamoró y nos duele cuando la realidad nos dice que ese candidato que llevamos al triunfo padece amnesia selectiva, porque olvidó lo que ofreció y solo mantiene vigente lo que le mantendrá en el poder a él, a ella, a sus intereses partidistas y al grupo de poder que le respalda y con el que tiene compromisos por cumplir.
Si vamos a hablar de utopías, si vamos a elegir una fantasía para defender, entonces que sean nuestros sueños, los proyectos profesionales y personales los que nos marquen la pauta. Elijamos al proyecto político que ofrezca realidades, que abra espacios para trabajar de manera conjunta para transformar la realidad cruda y escasa de oportunidades en un punto de partida para avanzar. Si no existe, entonces vamos a crearlo. Si hemos de apostar por alguien, que sea por nosotros mismos, por los ciudadanos de a pie que vivimos el día a día en el que nos encontramos cara a cara con esos problemas sociales que solo sirven de argumento para las campañas, como las familias en condición de calle, la juventud librando la batalla por obtener oportunidades educativas que la haga apta y competitiva, las madres y los padres de familia que tienen que elegir entre ver crecer a sus hijos y darles de comer porque las alternativas laborales y las condiciones de pago no permiten tener ambas cosas.
Abracemos nuestros sueños, tanto los personales como los colectivos, para que sean el prisma por medio del cual podamos entender nuestra realidad y elegir lo mejor para que nuestra vida sea plena. Conozcamos nuestros derechos, cumplamos con nuestras obligaciones y hagamos posible que los sueños se conviertan en realidades. Porque es doloroso ver a hombres y mujeres creativos, con grandes potenciales que renuncian a sus propias aventuras por la necesidad de satisfacer las necesidades básicas de alimento, vestido y vivienda.
La pobreza, ante los ojos de los políticos, no es un problema a resolver, es una mina de oro para explotar, porque en la medida que haya pobres habrá promesas para enamorar y se obtendrán votos que contarán para una victoria: la del candidato con mejor aparato mediático. Cuando sea el momento de cumplir encontrarán buenas razones para desentenderse de lo prometido, como sus propias obras monumentales, sus políticas de gobierno que solo servirán para fortalecer al grupo de poder que representan. Tras el triunfo electoral los más necesitados dejan de ser mexicanos para volverse entes invisibles y el gobierno en turno solo vela por su base social, por la que influye, la que tiene algo para dar. La “perrada” no cuenta, no mueve. No importa.
Si vamos a soñar, hagamos que los sueños se cumplan y no esperemos que un partido nos cuente un lindo cuento para dormir. Tomemos el poder que tenemos, aprendamos a qué tenemos derecho, reformemos lo que haya que cambiar y hagamos que nuestra voz se escuche. Construyamos una nueva dinámica. Soñemos para vivir. por Selene Borges Hansen by #AgenciaInformativaGraphosCc
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