Violencia en tiempos de la 4T | Aunque dicho en otro contexto, no cabe duda de que Deborah Prothrow-Stith tenía mucha razón al señalar que la violencia ha alcanzado proporciones epidémicas.
De acuerdo con la reconocida académica, esas proporciones epidémicas a las que ha llegado la violencia se deben, en gran medida, a los contenidos mediáticos violentos a los que está expuesta la sociedad.
De hecho, desde 1995, en el artículo “Un mundo de violencia”, publicado en la revista Iowa Medicine, ya se advertía que los contenidos mediáticos violentos contribuyen a que el grado de violencia dentro de una sociedad se eleve en proporciones monumentales; proporciones que, indudablemente, evidencian el comportamiento sintomático de la profunda enfermedad social, política y económica que aqueja a determinada sociedad.
Y es en torno a esa histórica y por demás preocupante problemática que resulta imprescindible reflexionar sobre el tema de la violencia en México en tiempos de la cuatro-te. Tiempos en los que, a tan solo 3 años de haber iniciado, México comenzó a sumergirse en una crisis de violencia sin precedentes.
Y sí, aunque hablar de la violencia en México es hablar de la complicada realidad en la que, de una u otra forma, vivimos los mexicanos desde hace muchísimo tiempo, la gravedad de la situación actual de la violencia en México radica en que, conforme pasa el tiempo, en lugar de ser atenuada, revertida o eliminada, es cada vez más frecuente, intensa, extensa y diversificada.
Lo peor del caso es que, por si eso fuera poco, ahora la violencia está organizada y sistematizada desde lo oficial, y desde ahí es legitimada, alentada, perpetrada y difundida diaria y masivamente desde tempranas horas de la mañana y, por lo general, desde el mismísimo Palacio Nacional. Y no, no es que los medios magnifiquen la violencia; es que, como ya es bien sabido, la violencia incita a más violencia; y más, cuando la violencia incitadora es de carácter oficial y masiva.
Entonces, si en el marco de la estrategia mediática de “las mañaneras” el Presidente ataca a todo aquel que se atreve a cuestionarlo o revelar las omisiones, irregularidades, excesos y/o abusos cometidos por él y su cuatro-te y, además, difunde y promueve masivamente su discurso de odio que -directa o indirectamente- incita a la violencia, queda más que claro por qué en México -aunque él lo niegue- la violencia (en sus diversas manifestaciones) se ha elevado en proporciones monumentales.
Bien lo dijo Noam Chomsky, la violencia oficial se coloca en una categoría completamente diferente porque, tanto en escala como en destructividad, es más más extensa, constante, extrema y prolongada que la violencia proveniente o perpetrada por parte de individuos y grupos marginales.
A modo de reflexión, en esta ocasión finalizo citando lo dicho alguna vez por el veterinario, agricultor y político estadounidense, Kurt Schrader: En la sociedad en constante evolución en la que vivimos, es responsabilidad de todos nosotros, como individuos, erradicar de esa cultura de violencia.
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